Autora: Cristina Lázaro Pérez. Psicóloga Especialista en Pérdida y duelo, cuidados paliativos |
EL DUELO ES AHORA
Murcia,
30 de abril de 2020 (Modif 04/05/2020)
Según los datos oficiales, más de 25.400 personas
han perdido la vida en España víctimas de la pandemia del COVID-19. Los datos
no oficiales hablan del doble o el triple para llegar a un número más
aproximado a la cifra real, no obstante, teniendo en cuenta solo la
oficialidad, la cifra de 25.000 fallecidos es motivo suficiente para legitimar
el sentimiento colectivo de pérdida.
Porque el duelo, la pérdida, ya no es sólo una
emoción exclusiva de la familia cuando se sufre una pandemia, la pérdida es de
todo un país, el duelo es colectivo.
Aunque las imágenes que se han presentado, en su
mayor parte de personas resilientes, que cantan, aplauden y bailan tratando de
hacer del confinamiento un estado de nuevo bienestar, lo cierto es que otra
parte de la población, casi 25.000 familias, lloran la pérdida de sus seres
queridos, en silencio, sin imágenes, sin luto, sin actos; nada que hiciera
reflexionar sobre lo cercana que puede estar la muerte, y nada que hiciera
pensar en esta otra realidad.
Miles de ancianos, que años atrás, fruto de su
gran esfuerzo y trabajo, levantaron un país destruido, hoy siguen muriendo, en
casa, en hospitales, en residencias. ¡Cómo imaginar lo que estarán sufriendo
esos hijos que no pudieron verles por última vez, que no pudieron despedirse!
¿qué sentimientos albergarán sus corazones?
Ancianos solidarios que decidieron anteponer la
vida de personas más jóvenes cediendo sus respiradores y dando las gracias a
los sanitarios por haber hecho todo lo que estaba en sus manos por salvarles.
Por eso el duelo es ahora.
Niños que perdían la salud y la vida sin apenas
dar tiempo a los padres para asumir y enfrentar la pérdida.
Padres que pierden a sus hijos y desgarrados de
dolor tienen que aceptar que, quizás, el virus se lo transmitieron ellos.
Por eso el duelo es ahora.
Jóvenes cuyo futuro se vio truncado porque un
virus se empeñó en alojarse en sus sanos pulmones. Amigos que perdieron a un
pilar importante en sus vidas, o quizás ese amor que estaba empezando a
despertar.
Por eso el duelo es ahora.
Padres y madres que se contagiaron y dejaron a sus
hijos huérfanos, a sus padres desconsolados, a sus hermanos sin su sostén y apoyo.
Por eso el duelo es ahora.
Sanitarios, fuerzas y cuerpos de seguridad del
Estado, trabajadores que, en el cumplimiento de su labor profesional y sin
ausencia del miedo, pero con valor, coraje y solidaridad, han perdido la vida
contrayendo el virus de la “grandeza” y el “respeto”.
Toda pérdida es un proceso doloroso, un duro azote
a la estabilidad emocional y psicológica del doliente a la que todo el mundo
tiene que enfrentarse varias veces en la vida; pero enfrentarse a la pérdida de
alguien sin poder acariciarle, verle, decirle adiós, es tremendamente
desconsolador.
Porque hay más de 25.400 historias entrañables y
desgarradoras que en un corto plazo de tiempo se han convertido en
protagonistas ausentes de esta pandemia, por eso, el duelo es ahora.
Los rituales de despedida tan necesarios para
elaborar el duelo de una manera normalizada, no han sido permitidos, por lo que
el dolor se hace más agudo, gestos de empatía, apoyo y acompañamiento podría
aliviar el sufrimiento de las personas que han perdido un ser querido.
Banderas a media asta, crespones negros, corbatas
negras, homenajes a los fallecidos de la forma que ahora se nos estaría
permitido, son actos postergados que, sin coste alguno, sin esfuerzo, serviría
de apoyo a los dolientes de una pérdida en particular y a todo un país que sufre
por la muerte de muchos españoles. ¡Habrá tiempo!, dicen algunos, pero el duelo
es ahora, no cuando nos venga bien a los demás, que también, el dolor es ahora,
fue hace una semana, fue hace un mes, fue hace dos.
El recuerdo a las víctimas a través de actos
significativos como estos, es una forma de reconocerles y honrarles con la
dignidad que un gran país es capaz de demostrar, por eso, el duelo es ahora.