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viernes, 28 de octubre de 2022

PÉRDIDA GESTACIONAL, UN DUELO INVISIBILIZADO

 

CRISTINA LÁZAROPsicóloga y especialista en cuidados paliativos

El pasado día 15 de Octubre fue el día mundial de la concienciación sobre la Muerte Gestacional y Perinatal. Aunque el duelo por una pérdida se ha enfocado y visibilizado sobre todo en la muerte de personas que han tenido una vida más o menos larga, según el caso, no hay que olvidar que desde el mismo momento en el que hay fecundación y se produce la vida, esta puede desaparecer.

En el año 2022, la pérdida gestacional, es decir, aquella que se produce durante el embarazo, antes de que el bebé nazca, es un tema del que poco se habla pese a que ocurre entre el 10-20% de los embarazos, muchas de ellas antes de la semana 12 de gestación, aunque puede ocurrir en cualquier momento y por diversas causas.

La pérdida de un hijo antes de que nazca, produce en los padres un dolor intenso, pero a veces invisibilizado, no reconocido, vivido en soledad. No se valida el dolor lo suficiente, de manera que el duelo se interioriza y se calla. Es difícil entender el dolor por la muerte de un ser humano al que no se ha tenido entre los brazos hasta ese momento, pero quien lo ha vivido, conoce este sufrimiento.  

Tras las temidas palabras “no hay latido”, los padres, entran en un estado de shock que puede durar varios días, especialmente si la pérdida ha conllevado ingreso hospitalario con intervención quirúrgica como el legrado. No solo pierden a su hijo, sino también las ilusiones proyectadas en él y los propósitos de vida.

Cuando sostienen entre sus manos al hijo nacido con ayuda de las contracciones inducidas, con dolor, náuseas, lágrimas, y por fin lo conocen, aparecen una mezcla de emociones como la tristeza, la ternura, la rabia… no hay palabras que puedan describir ese momento, ni que puedan ser escuchadas sin sentir un atronador desconsuelo. No valen las frases: “eres joven, puedes tener más”, “la vida es así”, “seguro que pronto podréis tener otro”. Esas frases no ayudan a validar el dolor ni a reconocer la pérdida sino a añadir más sufrimiento, sobre todo si no siempre se tienen tantas posibilidades de volver a intentarlo.

Tampoco ayuda comparar la pérdida con la de otras personas intentando hacer creer que, aunque les ha ocurrido algo desagradable, todavía lo podían haber pasado peor, y es que existe la creencia errónea de que cuanto más avanzado está el embarazo más sufrimiento causa y el duelo podría ser más complicado. Siendo todos conscientes de que a cada uno le duele su experiencia personal, especialmente cuando acaba de producirse, más y mejor ayudaremos a quienes pasan por esta cruel vivencia.

El duelo por una pérdida gestacional se vive experimentando todas las etapas del duelo, shock, negación, negociación, tristeza, ira, aceptación y no siempre siguiendo ese orden. Y aunque el superarlo depende de cada persona, de su propia experiencia y su proyecto de vida, es necesario entender que es un proceso personal que necesita su tiempo para sanar y hacer más llevadera la vida con esa ausencia.  

De esta manera, reconociendo el dolor y las necesidades de quienes viven este duelo, sería necesario contemplar medidas que ayudaran a la recuperación y la aceptación (también la del cuerpo que ya no alberga una vida, pero tampoco tiene el aspecto previo al embarazo). Hay que decir que una gran mayoría del personal sanitario que acoge a estas personas o familias en situación de pérdida reciente están preparados y conocen y respetan los tiempos y los espacios. La formación en duelo y pérdidas es de vital importancia en estas plantas de los hospitales donde se atienden especialmente a las madres que acaban de dar a luz a sus hijos sin vida. Así mismo, las bajas laborales no debían cuestionarse por esta causa, es más, deberían adecuarse a cada caso teniendo en cuenta la recuperación física y también la psicológica.

La pérdida necesita ser tratada con amor, cariño y escucha, tenga el tamaño que tenga la persona que se va.

 



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